Haciendo casetas en los árboles

¿A quién no le gustaba de pequeño subirse a los árboles? Nunca he conocido a nadie que no haya disfrutado entre las ramas de un viejo árbol. Pero es que lo nuestro era exagerado, ya que en el pueblo había centenares y de todo tipo y teníamos auténtica afición a coronarlos todos. No todas las ramas soportaban nuestro peso y en más de una ocasión acabamos haciendo compañía a nuestras bicis que esperaban, pacientes y magulladas, junto al camino.

La afición empezó cuando fuimos a la huerta de J. a robar almendrucos. Tenía, árboles fuertes y con un tronco que incitaba a subir. Mira, si parece que tiene una escalera y todo. Al principio era llenarnos los bolsillos del bañador de almendrucos y salir corriendo de allí, con nuestras bicis convertidas en el halcón callejero.

Pero pronto nos dimos cuenta que lo que más nos gustaba era el hecho de subir a los árboles y quedarnos sentados en una rama, observando el pueblo que descansaba en la hora de la siesta, a la sombra de las hojas cuando más calentaba el Sol. Incluso quedándonos un poco traspuestos. Y claro, un día pasó lo que tenía que pasar, que J. nos pilló. ¡Justo cuando no estábamos robando nada! Y claro, la bronca fue astronómica.

Obviamente tuvimos que cambiar de árbol, buscar uno que no tuviese dueño, y optamos por un viejo, y enorme, álamo que había junto a la carretera, casi en la salida del pueblo. Ese era de todos, así que pudimos hacer reformas. Cada primo elegía una rama como su lugar, y con maderas y ladrillos sueltos de una obra que había cerca (robarlos fue toda una hazaña) nos montamos una caseta, o algo parecido. Aquello era la gloria, nos pasamos todo el verano allí, además estrategicamente era mejor que el otro y se vigilaba bien el pueblo, un pueblo donde nunca pasaba nada y poco había que vigilar, pero nosotros montamos allí nuestro fuerte. Todavía hoy, veintipico años después, cuando voy al pueblo, me gusta visitar ese viejo álamo.


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Comentarios (13)

  • Sean Reply

    Hola!

    Como sabéis en America se hacen casetas en los árboles. Yo soy de padre Americano y madre Madrileña. De pequeño cuando iba de visita a ver a mi familia, me encantaba ir a la caseta de mis primos, allí leíamos, jugábamos, y nuesra imaginación volvaba.

    Saludos!

    19 septiembre, 2012 at 12:28
  • Seiya Reply

    Nosotros no las construíamos en las ramas de los árboles, pero si a la orilla del río, donde éste se ensanchaba, siempre nos construíamos cabañas con ramas y hojas e incluso una cueva. ¡Que recuerdos!.

    19 septiembre, 2012 at 12:46
    • Nicolás Reply

      jojo que recuerdos yo tambien , mi colega le cogio todas la mantas a su abuela. JAJAJAJA

      11 octubre, 2012 at 17:22
  • Kakel Reply

    Yo siempre he soñado con hacerme una casa como las que veía en las películas americanas, de hecho una vez lo intenté, pero con unas ramas no aptas para casetas.
    Hace poco descubrí una idea muy original para hacer turismo basada en estas casetas, os dejo el link para que veáis que maravilla de alojameiento rural con cabañas en los árboles. http://www.cabanesalsarbres.com/es

    19 septiembre, 2012 at 13:28
  • bea Reply

    Mi hermano era el jefe de la tribu y mis primos y yo éramos bastante dignos jugadores. Hicimos una super cabaña en un árbol donde nos pasábamos todos los días del verano y varias más entre las rocas. Son muy buenos recuerdos. También hablamos de ello en http://www.drbloom.es/blog/no-te-lo-puedes-perder/nueva-coleccion-dr-bloom-yo-tambien-fui-de-campamentos/

    19 septiembre, 2012 at 13:33
  • Pablo Reply

    A mis chavales les he hecho una caseta en el tilo del jardín. Desde la caseta se divisa el Montblanc y la cadena del Jura y en días claros, el chorro del lago de Ginebra.

    De la caseta cuelga un columpio y sale una tirolina hasta otro árbol al fondo del jardín (con asiento y todo!)

    La de horas que pasan los 3 encaramados al árbol…

    19 septiembre, 2012 at 17:33
  • Anónimo Reply

    En mi pueblo las hacían lo chicos y mi madre no me dejaba ir… pero yo iba igual. ;)

    ¡Ya ni me acordaba!

    19 septiembre, 2012 at 21:42
  • Watashi Reply

    En Vallada, donde yo veraneaba la haciamos en un solar que habia… hasta que lo edificaron y se acabó la cabaña.

    21 septiembre, 2012 at 12:50
  • olga Reply

    Nosotros conseguimos subir un pale encima del almendro que habia en el descampado de al lado, pero como no era muy grande no cabiamos todos, asi que tambien construimos una cabaña al lado. Nos peleabamos por ver quien se subia al almendro y quien se quedaba abajo jajajajajam y nos reconciliabamos cuando teniamos que hacerlo todo de nuevo porque el grupito macarra del barrio se dedicaba a destrozarnos todo….

    Tambien trepabamos a los pinos que había en el chalet de al lado, que en invierno no había nadie, pero no se porque, el almendro era nuestro lugar favorito………

    Ahora yo, tengo un jardin de mil metros mas o menos y tengo arboles como para hacer una casita para mi hijo y encima mi marido es carpintero pero nunca jamas se aplico el dicho mejor que en mi caso. “En casa del herrero, cuchara de palo”…..

    21 septiembre, 2012 at 18:17
  • Anónimo Reply

    Mi padre nos trajo un Cajon de madera de no se que piezas de la FORD, el cajon media 2x2x1 y con el i cajones de la fruta de madera (de los de antes). aquello era la envidia del barrio

    23 septiembre, 2012 at 12:11
  • Eva Reply

    En el pueblo donde empecé a veranear ya adolescente estaba el mítico (para nosotros,claro) árbol de la garita, porque debajo había una caseta. En vez de entrar en ella, preferíamos subir al árbol, a fumar, contar historietas…Además estaba a la entrada del pueblo, alejado para evitar vecinos cotillas pero cerca para ir sin miedo. Por desgracia hace unos años lo arrancaron, estaba podrido creo, y la caseta tampoco está. Es una pena porque seguro que si siguiera en pie, mis hijos pronto lo treparían.

    5 noviembre, 2012 at 02:02
  • Manolo Reply

    Yo con un grupo de amigos eramos monaguillos en la iglesia del pueblo. La iglesia tenía al lado un huerto, que era el cementerio viejo, aunque ya no se veian las tumbas, los muertos seguian ahí. En el huerto había un almendro enorme, y ahí con un palé y unas maderas nos hicimos una cabaña. Pasabamos las tardes enteras subidos en el almendro. Nos sorteabamos quienes les tocaba ese día ayudar al cura en misa, y mientras ellos hacían la tarea los demas seguiamos subidos en el almendro contandonos de todo. Recuerdo en invierno cuando se hacía oscuro que nos daba un poco de miedo estar ahí, en el cementerio.

    3 diciembre, 2012 at 23:05
  • Navidades en el pueblo - Yo fui a EGB Reply

    […] Quiero un Superchoc ¿Te quedan? 10 chucherías míticas de la EGB Te lo cambio (aquellas colecciones de cromos) Lo que daban de si 100 pesetas ¿Quieres salir conmigo? Haciendo casetas en los árboles […]

    18 diciembre, 2012 at 14:31

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